Pero sucediÛ que el principito, habiendo atravesado arenas,
rocas y nieves, descubriÛ finalmente un camino. Y los caminos
llevan siempre a la morada de los hombres.
-°Buenos dÌas! -dijo.
Era un jardÌn cuajado de rosas.
-°Buenos dÌas! -dijeran las rosas.
El principito las mirÛ. °Todas se parecÌan tanto a
su flor!
-øQuiÈnes son ustedes? -les preguntÛ
estupefacto.
-Somos las rosas -respondieron Èstas.
-°Ah! -exclamÛ el principito.
Y se sintiÛ muy desgraciado. Su flor le habÌa dicho que
era la única de su especie en todo el universo. °Y ahora
t.enÌa ante sus ojos m·s de cinco mil .todas semejantes,
en un solo jardÌn!
Si ella viese todo esto, se decÌa el principito, se
sentirÌa vejada, toserÌa muchÌsimo y
simularÌa morir para escapar al ridÌculo. Y yo
tendrÌa que fingirle cuidados, pues serÌa capaz de
dejarse morir verdaderamente para humillarme a mÌ
tambiÈn... "
Y luego continuÛ diciÈndose: "Me creÌa rico con
una flor única y resulta que no tengo m·s que una rosa
ordinaria. Eso y mis tres volcanes que apenas me llegan a la rodilla
y uno de Ios cuales acaso estÈ extinguido para siempre.
Realmente no soy un gran prÌncipe... " Y ech·ndose sobre
la hierba, el principito llorÛ.
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